BBC’s low cost: Invitados low cost (X)

Como nos acercamos al final de esta serie de artículos, vamos a darle la vuelta a la tortilla. A ver, ¿a cuántos os han invitado este año a una boda o celebración similar?  Y de los que habéis aceptado la invitación, ¿cuántos sentís dolor agudo de bolsillo? Me lo imaginaba: todos. Hoy en día que te inviten a una boda -o ceremonia similar- es casi equivalente a que te pongan una multa, sólo que sin pérdida de puntos.

La crisis económica no sólo ha hecho que los casamenteros apliquen tijera a su lista de invitados, también obliga a muchos invitados a declinar la invitación. Según un reportaje publicado hace unos meses en Faro de Vigo, actualmente el 35% de la lista de invitados se cae antes de la celebración. Y es que, tal y como están las cosas, ahora nos lo pensamos muy mucho y evitamos asistir a bodas y celebraciones en general en las que nuestra presencia no sea estrictamente necesaria. A saber: familiares cercanos y amigos íntimos.

Con este panorama, el hacer negocio con tu propia boda se acaba. Hace algunos años, cuando aún atábamos los perros con longanizas, una compañera de trabajo casada me dijo que las bodas eran un negocio para los novios. Yo no la entendí hasta que me explicó como se había pagado los costes de boda (cerca de 18000 aurelios) más los muebles de su piso nuevo: a base de lista de bodas y sobrecitos con dinero que les daban los invitados. Desde este punto de vista, tenías que tener una buena lista de invitados susceptible de subvencionarte el festejo. Así luego salían de debajo de las piedras primos terceros que apenas conocías, ex compañeros de estudios de los que hacía años que no sabías nada, compañeros de trabajo con los que apenas tratabas… con la invitación de marras. Y hasta no hace mucho, la gente picaba.

Supongo que actualmente ya no se estilará el invitar a diestro y siniestro para amasar money, pero nunca está de más estar prevenido ante el «ataque de la invitación sigilosa». Hay dos aspectos que delatan a los novios negociantes: son gente con la que tienes poco trato -o lo tuviste en un pasado y, casualmente, sólo se acuerdan de ti para invitarte a su boda- y su lista de invitados es anormalmente grande para lo habitual hoy en día. Si, además, te pintan el evento como de alto copete, no lo dudes: ¡HUYE! ¡Estos no quieren retomar la relación contigo, sólo quieren $!

Un tema especialmente peliagudo es el del regalo. Dependerá mucho de la relación que tengas con los contrayentes: no es lo mismo la boda de un hijo o de un hermano que de un primo o amigo. Si tu idea es dar un sobre con dinero, existe una ley no escrita según la cual se supone que tienes que dar «lo que cueste el plato» y un poco más. Yo no estoy de acuerdo con dicha ley, pues si me han invitado ¿para qué tengo que pagar el plato? ¡Eso no es ir invitado, es pagarte la comida! Además, si te invitan es porque quieren que vayas, no para que les pagues la boda, ¿o no?

Oh, wait! El caso es que en mi investigación de la fauna casamentera en la red me he encontrado de todo. Ahora por lo visto hay bastante gente que incluye el número de cuenta en la invitación, por eso de evitarse el engorro de andar con los sobres el «día D». Vale, práctico es, pero encontrarte eso en la invitación suena a mensaje pasivo-agresivo -de hecho, en mucha gente busca en internet maneras finas de incluirlo en la tarjeta-. Hay casos peores: ha habido novios que incluso han incluido el precio del plato en la invitación de bodas, que ya es para irles a la boda y darles en el sobre el listado de todo lo que has gastado para poder ir -atuendo, transporte, etc- restarle el precio del plato y decirles que «la cifra final es lo que me debéis». O novios que ante un invitado que declinaba la invitación por no poder ir, le decían que no se preocupase, que a la vuelta del viaje de novios «ya quedaremos y nos das lo que nos debes del regalo» (¡!). En fin, ante el vicio de pedir está la virtud de no dar.

Luego tenemos el tema de las conocidas listas de bodas. ¿De verdad sabéis como funcionan? Porque yo lo descubrí hace nada. Hasta hace pocos días pensaba que lo que los invitados seleccionaban de la lista se lo tenían que quedar los novios sí o sí. Pues NO. La cantidad recaudada puede emplearse para pagar otras cosas, siempre y cuando también las comercialice ese mismo establecimiento o tenga acuerdo con terceros, como pueden ser el viaje de novios o el banquete de bodas. Como podéis ver, al final son listas ficticias, casi como una cuenta bancaria. La verdad es que todo esto tiene su lógica: hoy en día casi todas las parejas que contraen matrimonio llevan ya un tiempo viviendo juntas y, por lo tanto, tienen en su casa todos los muebles, electrodomésticos y enseres necesarios. Con lo cual, el propósito inicial de las listas de bodas no tiene mucho sentido.

En cuanto al dinero tengo un último apunte: la subasta de la corbata y/o liga. Yo nunca he estado en ninguna boda en la que se haga -por lo visto, es una costumbre que va por zonas- pero sí tengo conocidos que fueron a bodas en las que se hizo y la verdad es que, además de ser una ordinariez, hay gente que se pasa expoliando al invitado. Para quienes no sepan de que va el tema, lo explico brevemente: tras los postres y la «recogida de sobres», los amigos de los novios les cortan la liga a la novia y la corbata la novio (¿o era al revés?) y o bien las subastan, o bien las trocean y venden los trocitos entre los invitados. Vamos a ver, novios casamenteros: si tus colegas lo van a hacer, asegúrate de que lo hagan bien, con finura. Jamás les dejes presionar ni poner en compromiso a los invitados, ni mucho menos abochornarles por entregar una cantidad pequeña por el trozo de liga (true story). Y si eres el invitado, no te dejes caer en la trampa, ¡que ya les soltastes el sobre!

Zanjada la cuestión más puramente monetaria, nos queda el qué ponernos. Hay una ley no escrita (¡otra más!) que dice que no se debería llevar el mismo vestido/traje a dos bodas a las cuales van a ir los mismos invitados. Pues bien, con esto de la crisis tenéis la excusa perfecta para pasaros esta norma por el forro. Aún así, por si las chicas queréis algún consejo al respecto:

  • Prueba a modificar el vestido original -acortándolo si es largo, poniéndole tirantes si es de escote palabra de honor, etc-. Llevarlo a una modista (casi) siempre te saldrá más barato que comprarte uno nuevo.
  • Si no puedes o no quieres modificar el vestido original, prueba a llevarlo con otros complementos distintos a los de la anterior boda. Péinate y maquíllate de modo distinto y ¡casi seguro que nadie repara en que llevas el mismo vestido de la otra vez!
  • Si te apañas bien, ahórrate unos cuantos euros maquillándote y/o péinandote tú misma en casa, o con ayuda de una pariente/amiga.

Por último, no dudes en llegar a un acuerdo con otros asistentes cercanos a ti para compartir coche y gastos en gasolina. Eso sí, intenta que el conductor sea responsable y no se pase con las copas.

FUENTES

Para elaborar esta serie de artículos, he empleado las siguientes fuentes:

Fotosbodaestilo.com, SModa, valsdeboda.com / katielips, Lee J Haywooden Flickr

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2 comments

  1. Sabela dice:

    Felicidades por la sección BBC! Cuánta razón, cuánta razón…
    Yo tengo una teoría muy parecida, si no igual: si a alguien le importa que vaya con el mismo vestido o la cuantía/valor de mi regalo, es que no merece que yo esté allí. Y no podría importarme menos!
    Yo voto por reutilizar vestidos e incluso comprar dos partes para poder utilizarlas no sólo para bodas sino para muchas otras cosas. Y el inventazo final para mí fue un vestido reversible de skunkfunk, que aunque fueron unos 80€ de rebajas se puede poner por los dos lados y cambiándole el largo con corchetes.

  2. Vanesa dice:

    me encantan éstos artículos!! la verdad es, que te inviten a una boda hoy en día e suna faena, yo repito vestido, le cambio complementos y punto y a quien no le guste pues bueno…lo siento mucho pero mi economía no está para dar un regalo y comprarme un vestidazo!! Hay una moda en la web de las bodas «handmade» que me parece estupenda, bodas pequeñas, íntimas y en mchos casos celebradas en casa, poco presupuesto pero menos presión tanto para los novios como para los invitados que no se ven en la obligación de pagar el «plato».
    http://www.gelolasymas.blogspot.com

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